martes, 15 de julio de 2014

Tu hijo

En mi biblioteca pre-mamá no podría faltar el afamadísimo libro del Dr. Benjamin Spock, Tu hijo. El Dr. Spock es conocido por su papel al revolucionar la pediatría tradicional que caracterizaba los años previos a la década de los 50´s: una educación muy disciplinada, rígida, poco flexible y  de poco contacto expresivo-cariñoso hacia los hijos. Creo que mi mamá y tías podrán confirmarlo aquí, porque ellas vivieron en carne propia esta generación de padres estrictos e hijos sumamente obedientes. Mis abuelos maternos fueron y serán siempre el pilar más sólido de tres generaciones, forjaron lazos familiares tan fuertes que aún ahora sin estar ellos físicamente con nosotros, siguen siendo la base de amor de una unidad indisoluble. No obstantes es claro que mi abuelo, a pesar de ser un abuelo completamente involucrado y sumamente cariñoso, fue un padre sumamente rígido en la educación de sus hijos: donde manda capitán no gobierna marinero era su lema y ninguno de sus hijos se atrevía a debatirlo.

Con el libro Tu Hijo el Dr. Stock rompe aquel canon y abre una puerta a una paternidad (maternidad en sus primeras ediciones, que dirigía de lleno a las señoras lectoras). La primera edición se publicó en 1946 y hasta la fecha sigue siendo éxito en ventas, traducido en 39 idiomas y actualizado y revisado para irse adaptando a los nuevos tiempos. La edición que yo compré es la edición revisada del 2000.




Para empezar, no creo que se pueda resumir en una entrada de blog un libro tan completo, es una enciclopedia del cuidado de los niños en 29 capítulos que van desde temas tan prácticos como  la alimentación, el sueño, las enfermedades, la ropa hasta temas tan polémicos como el papel de los padres en el cuidado de los hijos o la adopción.

Creo que para los padres primerizos es una lectura obligada o al menos una guía dónde dirigirse antes las primeras dudas. No hay un tema que no se aborde. Tampoco hay nada que no se pueda encontrar hoy en día en internet o en las guías de padres que dan en los centros de salud. La ventaja en este caso es que todo está incluido en una única fuente: un libro.

En relación al papel que juegan los padres en la formación del hijo, aunque en otra época debe haber sido una tesis revolucionaria, creo que en nuestros días no menciona nada que no tengamos asumido ya las nuevas generaciones: los hijos no solo deben amarse, si no también sentirse amados. Los padres no deben sentirse cohibidos ante la expresión de sus sentimientos de forma abierta y sincera. El amor y el respeto deben ser la base de la educación.

Creo que uno de los puntos que más me gustó es que en todo momento, a pesar de guiar con consejos muy estilo guía paso a paso, el Dr. Spock siempre hace hincapié en la capacidad innata de la madre, una mujer sabe de manera natural cómo cuidar a sus hijos. El libro refuerza en todo momento ese mensaje de confianza, empujando a los padres a que confíen en su juicio, en su criterio, en el instinto maternal que no se aprende en textos.

Esa apuesta por la confianza en que sabemos más de lo que nos creemos capaces como madres me parece un punto primordial para una mamá primeriza. En mi caso, nos llevó varios años de casados antes de decidir  dar el paso de ser padres y siempre en mí cabeza se asomaba la dudita aquella: ¿estaré lista? Y muchas más: ¿Somos suficiente maduros como pareja? ¿Me siento capaz de educar a un ser? ¿Este es el momento?

Una vez leí, no recuerdo ahora donde, la historia de una madre que decía que si se espera a encontrar el momento justo nunca nadie tendría hijos, porque siempre encontraremos algún aspecto que no nos convencerá del todo en nuestra vida. Si aplazamos la maternidad al momento ideal, ese momento no llegará nunca. No estoy del todo de acuerdo en lo anterior, porque yo honestamente sí creo que planificando las cosas siempre salen mejor y que cada cosa tiene un tiempo. No es lo mismo tener un hijo cuando acabas de graduarte que cuando ya tienes experiencia laboral, bagaje cultural y estabilidad económica. No es lo mismo tener un hijo a los 28 que a los 40. No es lo mismo ser una madre soltera adolescente, que una madre madura en una situación de pareja estable.

No creo que la decisión de traer un niño al mundo deba tomarse a la ligera, pero es verdad que creo que hay que tener cierto margen de flexibilidad y de confianza en nuestro instinto de mujer (esto lo he aprendido hasta ahora que estoy embarazada). ¿Cuántos millones de madres en diferentes circunstancias, sociales, culturales, históricas, han sabido criar niños felices dejándose guiar solamente por su instinto? miles y millones.

Pero el hecho de que sea precisamente una eminencia mundial en pediatría quien ensalce el instinto maternal y afirme con esa certeza que quien mejor sabrá que decisión tomar con su hijo es la propia madre,  infunde mucha confianza a la madres como yo.

Resumiendo: El libro ha sido útil, algunos capítulos más que otros y será una lectura que tendré a la mano como biblia para aquellos temas prácticos en dónde me vayan surgiendo dudas sobre la marcha. Aunque me queda muy claro que lo que más necesitará mi hijo es unos padres en estado natural, que estén ahí y que lo hagan sentir amado, deseado, importante.

Mi recomendación final, este es claramente un libro para padres primerizos y un ejemplar para guardar en la biblioteca para consultas prácticas de padres experimentados. Termino con una frase del Dr. Spock:

“Mientras más se estudian los distintos métodos de crianza más se ha llegado a la conclusión de que lo mejor para los hijos es lo que los buenos padres y las buenas madres hacen por ellos instintivamente”

martes, 8 de julio de 2014

Buscando a la comadrona

El humor inglés es duro de comprender. En su forma más negra, me puede gustar bastante. También en el sarcasmo o en la crítica social, soy fan incondicional de Borat y Bruno.  Pero debo decir que en su forma más popular y simplona, estilo Mr Bean, me indigesta. Es que sencillamente me parece imposible encontrarse jamás con las situaciones tan extremadamente lerdas caricaturizadas por gente tan torpe, mal suertuda, o tan pero tan salada (como dirían en mi pueblo) que es humanamente imposible.

Eso creía.

No obstante mi primera visita a la Comadrona de la seguridad pública me hizo una beliver: sí existen personajes del estilo Mr. Bean en la vida real, que se mezclan e interactúan con el común de los humanos día a día.

Para muchas de mis paisanas, el tema de la comadrona debe ser poco común. En México, el ginecólogo es el director de orquesta, a quien confiamos de lleno nuestro embarazo, punto final. La idea de una comadrona – partera- a mí me sonaba como a cosa de antaño, mi abuela parió con una partera y todas sus hermanas y conocidas también. Pero a partir de la generación de mi mamá, mis tías, primas y demás mujeres madres en mi entorno habían parido con un ginecólogo, con el buen  y omnipotente Señor Doitor.

En España en cambio la partera tiene un rol equitativo al ginecólogo, las mujeres confían de lleno su embarazo en estas sabias mujeres que han dedicado su vida al maravilloso arte de ayudar a concebir, gestar, nacer. De las pocas mujeres españolas que conozco o mejor dicho, de sus maridos (trabajo rodeada de hombres, los consejos me vienes de los esposos de alguien)  todos alaban la labor de las comadronas con un cariño casi familiar. Del ginecólogo se habla muy poco.

Tengo asistencia privada, por lo que me trato en una importante clínica privada de la zona alta de la ciudad y honestamente con mi ginecólogo el Rock Star Paco me he sentido siempre en confianza y muy segura. Pero tan buenas referencias tenía de estas sabias mujeres que me acerqué a mi centro de salud para conocer a mi matrona asignada.

En España el rol de la matrona es una profesión que se respeta, se asocia con mujeres que no realizan simplemente una práctica profesional en medicina, si no que acompañan muy de cerca a la mujer embarazada a lo largo de todo el camino: consejeras, psicólogas, escuchas, amigas.  Mujeres que entienden a la mujer y humanizan el embarazo.

Así que saqué cita. En esa ocasión mi Wero estaba de viaje, y me alegro, porque su tolerancia germana no hubiera dado para tanto. Así que le tocó a mi mami acompañarme a conocer, por fin, a mi matrona. Tras una larga expectación en la sala de esperas, por fin una mujer bajita, mayor, rechonchita con lentes de pasta (¡sin clichés!) abrió la puerta y rebuscando entre un montón de tarjetas mal acomodadas que llevaba entre las manos, finalmente leyó un nombre en voz alta. En la sala solo estábamos dos personas y nadie respondió al nombre. Silencio.  - Ay, no, no estas no son- Cerró la puerta tras de ella, la volvió abrir con un paquete nuevo de tarjetas rebuscadas,  por fin dijo mi nombre.

Toda la consulta fue en la misma línea: despiste tras despiste.  La mujer era amable y simpática, pero se le veía perdida en todo momento. Tecleaba en la computadora a la misma velocidad con que mi mami lo hace: usando únicamente dos dedos. Llenar mi ficha de embarazada llevó mucho tiempo. Entre las muchas preguntas, salió mi nacionalidad

-          -¿Eres mexicana? ¿Son mexicanas? - Miró a mi madre
-          -Si -  mi mamá respondió con monosílabos, señal que la mujer le estaba ya haciendo perder la paciencia
-        -Es que no parecen, porque todos los mexicanos son muy morenos y bajitos –

Yo casi suelto la carcajada, he vivido en muchos países y no era la primera vez que alguien me cuestionaba por no encajar en la caricatura de los mexicanos.

     - Pues somos totalmente mexicanas y en México somos mestizos – el tono de mi mamá ya no sonaba al de una cordial y melodiosa latina
-       - Ah pero en las película no son así –

La mujer, con cero malicia y sin darse cuenta de la magnitud de sus afirmaciones, siguió indagando en clichés escabrosos: qué si éramos muy creyentes, porque claro, todos los mexicanos somos  extremadamente católicos, etc, etc, etc. 

Finalizó por supuesto con la cereza en el pastel: -Tu esposo es alemán ¡entonces tu hijo sí que será guapo!-  Hasta se lo tomé con cariño, no había caído en la cuenta: gracias a dios que los genes germanos salvarán a mi hijo de ser un chaparro prieto.

No se lo dije, pero mi hijo tiene grandes posibilidades de ser muy moreno, y eso lo hará ser guapísimo, tiene genética a tutipleni para ser hermos@: ¡mi cabezonit@ German@ mexican@!

La hora se fue entre despistes, papeles perdidos, folios caídos. Las situaciones más ridículamente imposibles de las comedias simplonas sí suceden.  ¿Recuerdan al Dr. Kosevich que interpretaba Robbin Williams en Nueve meses? Pues era el primo hermano de esta mujer. 


Finalmente terminamos mi ficha y la matrona empezó a imprimir un tocho de papeles y más papeles. Cuando por fin leyó la primera hoja satisfecha:

-          - Bueno Raquel, ya estamos, revisa tu dirección-
-          -¿Raquel? No soy Raquel-
-          -¡Madre mía, a quien le he completado la ficha!-


Sobra decir que salí convencida de que el señor Doitor es lo mío: me quedo con mi Paco el Rock Star y me dejo de experimentos. A ver si para el siguiente embarazo me toca experimentar por fin el acompañamiento de una señora comadrona.

martes, 1 de julio de 2014

La vida secreta del niño antes de nacer


Su autor es el Dr. Thomas R. Verny, psiquiatra, escritor y profesor universitario, fundador de la Asociación norteamericana de Psicología Prenatal y Perinatal. A diferencia de lo que muchas teorías plantean, el Dr. Verny hace un análisis con base en experiencias de sus pacientes y experimentos propios o de colegas en la materia, sobre la importancia de las experiencias uterinas en el carácter del individuo.

Basándose en la idea de que el útero es el primer enfrentamiento del ser a la realidad, todos los estímulos que reciba en dicha etapa forjarán en mayor o en menor manera los primeros trazos de su carácter. De ahí la importancia de que la madre, que es la portadora de ese pequeño universo, tome en cuenta que cada uno de los mensajes que el niño recibe están pautados por sus vivencias mismas durante el embarazo: sus miedos, sus alegrías, sus preocupaciones. Esto no quiere decir que si una madre por desconocimiento o por los muchos incidentes inesperados del día a día pueda arruinar el futuro brillante de su hijo al sentir temor. No por tirarse una pelea titánica con el marido o por no cantarle canciones de cuna o cuentos a su  pancita durante el embarazo el niño va a salir un Charles Manson. No, no es así de radical y los errores del embarazo pueden corregirse.  De hecho, el Dr. Verny dedica un apartado a hablar de la importancia del nacimiento y los primeros años para guiar el carácter.


Pero la idea principal es  clara: hacer  hincapié en los muchos beneficios que puede traerle a nuestros niños el que les hagamos sentir como los seres humanos que ya son desde su estancia en nuestro vientre. Creo que embarazo es una etapa que te hace tomar una conciencia más amplia del ser, el mero hecho de pensar que mi cuerpo es capaz de alojar una vida me eriza la piel. Pensar que aunque por fuera mi aspecto es exactamente el mismo, pero dentro de mi tengo un ser que dese la semana ocho tiene ya ondas cerebrales, que a los tres meses tiene ya una actividad mental y que a partir del sexto mes tiene pautas de memoria te hace pensar que la responsabilidad de madre empieza desde el minuto uno de la concepción.







Más allá que únicamente coexistir en el útero
A lo largo del libro, con las experiencias del Dr. Verny y sus pacientes sus teorías se van reforzando para hacernos ver qué hay muy buenas razones para defender la postura de que el niño en el útero no es simplemente un ser viviente, que respira, se alimenta, crece como una planta. El niño en el útero vive, experimenta, siente. A muchos les pude parecer risible, considerando que hasta hace algunas décadas se creía que el niño no tenía conciencia ni inteligencia antes de los dos años. Pero los impresionantes testimonios del libro no dejan lugar a duda: el ser que llevas en el útero no es simplemente células multiplicándose. Es mágico.

Me impresionó mucho el caso de un pianista que creyó tener una habilidad especial al poder tocar una melodía que le atraía especialmente sin conocer la partitura y resultó ser que era precisamente esa canción la que su madre, violonchelista, había tenido que practicar durante su periodo de embarazo. No es el único caso, lo que nos hace pensar que no pueden ser un cumulo de casualidades, hay algún tipo de memoria inconsciente que arrastramos de nuestros días uterinos.

La importancia del padre
El libro también toca los beneficios para el desarrollo del niño que el Dr. Verny pudo percibir en aquellos niños donde el padre había jugado un rol relevante a lo largo del embarazo o tras el nacimiento. Las embarazadas con parejas protectoras, amorosas, verdaderos compañeros presentan estados más saludables de aceptación, felicidad, bienestar que se traslada al bebe en el útero. También se habla de las ventajas que presentan los niños cuyos padres se involucraron tras el nacimiento. Es decir, el padre no es un elemento accesorio en la vida de nuestro bebé, es, y debe ser un actor igual de relevante que la madre.

El vinculo
Creo que este es el tema que más me ha marcado del libro. Las experiencias y casos en donde se habla de la creación de ese “algo” entre la gente, esa fuerza que va más allá del mero lazo de sangre o el instinto animal. El lazo entre madres e hijo  como pilar indispensable en la formación  de un individuo, la influencia en su seguridad, su capacidad, su manera de enfrentarse a nuevos retos.  El vínculo puede o no darse entre padres e hijos, e incluso se puede dar entre individuos que influyan nuestras vidas en nuestros primeros años de vida. Pero sin duda, es en esos primeros años donde lo forjaremos y de dónde más nos beneficiaremos. Me ha parecido tan interesante que dedicaré una entrada únicamente al Vínculo.

Estando embarazada, me parece imposible creer que una mujer que sienta las sensaciones que se viven estos nueve meses pueda pensar que no hay una relación compleja entre su hijo y ella. Aunque generalizar es el peor error: la pregunta queda abierta. Mujeres: ¿Creen posible la comunicación intrauterina con sus niños? ¿O se sienten como el contenedor biológico de un ser orgánico que empezará a vivir tras el parto?

El debate está servido